10 consejos para la transición de los purés a los sólidos

1. Cambia la textura, no el sabor. Cuando prepares una comida para tu familia, prepara un poco más para el bebé... sin las especias ni los condimentos. De este modo, cambiarás la textura -pero no el sabor- de los alimentos frescos que tu bebé está acostumbrado a comer.

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Invierte en unas tijeras de cocina. Son mucho más rápidas que un tenedor y un cuchillo para cortar cosas como fruta y pasta en pequeños bocados del tamaño de un niño.
Cuidado con las sobras. Lo mejor es que estén frescas: Los alimentos que permanecen en el frigorífico más de tres días empiezan a perder su valor nutritivo.
Deja lo mejor para el final. A la hora de comer, introduce primero los alimentos nuevos (o los que tu bebé no suele preferir), para que no se sacie de los antiguos antes de probar nuevas frutas, verduras y proteínas saludables.
Haz que participe. Los utensilios para niños pequeños, como estos tenedores y cucharas Bambu, harán que tu bebé se sienta parte del proceso, aunque aún no esté preparado para comer con ellos.
Predica con el ejemplo. Si comes lo mismo que tu bebé, al mismo tiempo, será más probable que pruebe los alimentos. Tampoco hace falta que te pases con el sabor: los niños emulan a sus padres.
Ten en cuenta la dentición. Si tu pequeño rechaza el bocado que tiene delante, puede que le duelan las encías. Prueba a ofrecerle un puré fresco.
Ten paciencia. A tu bebé no le encantará todo la primera vez que lo pruebe. Probablemente a ti tampoco te gusten todos los tipos de comida, así que intenta no frustrarte. Diviértete ayudando a tu bebé a descubrir su propio paladar.
No abrumes a tu bebé con demasiada comida. Reparte unos cuantos bocados cada vez en la bandeja y reponle cuando sea necesario.
Cuando todo lo demás falle, haz polos. Puede que a ti no te guste cómo suena un puré de espinacas, pero tus hijos... son otra historia. Puedes congelar casi cualquier puré en un molde para hacer polos.

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