Maternidad y pareja

Maternidad y Pareja

Si alguien te dice lo contrario, miente. La llegada de los hijos a un hogar afecta en la pareja, pero lo importante es aprender a afrontar esta nueva etapa llena de cambios para que la relación se mantenga intacta. Te enseñamos cómo conseguir que la maternidad no intervenga de forma negativa en la pareja.

Antes de desesperarte, ten en cuenta que lo más importante es el amor. Si hay amor, luchar contra todos los imprevistos y problemas que puedan surgir siempre va a ser más sencillo. Lo segundo que debes saber es que, aunque fuerais de esas parejas que apenas discutíais, eso va a cambiar, pero no significa que hayáis dejaros de quereros, sino que todos esos cambios que se están produciendo, están afectando a vuestras formas de ser.

El cansancio, la falta de sueño, la sensación de que ya no dispones del tiempo como antes, la inexperiencia y, por supuesto, la forma tan diferente de hacer y entender las cosas, pueden causar problemas. La educación de un hijo también suele ser motivo de disputa porque no siempre tenéis porqué estar de acuerdo a la hora de establecer las normas. Mientras es un bebé, hay menos problema, pero debes saber, que, aunque pienses que “no se entera de nada porque es muy pequeño”, los niños entienden absolutamente todo, y cuanto antes evitéis llevaros la contraria y seguir los dos el mismo camino, mucho mejor, para vuestro hijo, pero también para vosotros.

Aunque uno de los momentos más difíciles de la pareja se produce tras el parto, pues es el cambio más importante, la maternidad y la paternidad duran para toda la vida, y es muy importante no olvidar que, al fin y al cabo, un hijo es el resultado del amor entre dos personas. Cuidar siempre vuestra relación y evitar no discutir continuamente, es fundamental para generar un buen clima y que la maternidad y llegada de un nuevo miembro, no afecte de forma negativa a la pareja. Te damos algunos consejos para hacerlo que es importante tener en cuenta siempre.

  • La comunicación es imprescindible: dialogar mucho, hablar de cómo os sentís y, por supuesto, que no todos vuestros temas de conversación giren en torno a los hijos, es una de las herramientas claves para evitar las discusiones.
  • No perder la calma: aunque en ocasiones puede resultar difícil, especialmente, cuando te faltan horas de sueño y el cansancio te invade, no hay que perder los nervios.
  • Sois un equipo. Pensar en la pareja como un equipo es una manera de evitar confrontaciones. Los dos estáis trabajando con un mismo objetivo: el bienestar de vuestros hijos. Y los dos estáis aprendiendo a ser padres.
  • Expresar el cariño. Cuando atraviesas un mal momento o determinada situación te supera, una muestra de cariño es lo único que necesitas. Percibir el amor de tu pareja a veces es la solución para todos los males.

Otro de los consejos esenciales para afrontar esta nueva etapa es que no permitáis que las opiniones de terceras personas como la abuela, la otra abuela, la prima, la tía, la amiga… intercedan en vuestra forma de hacer las cosas y, sobre todo, de educar a vuestro hijo. Aunque todos quieran opinar (y, os aseguro que lo harán), sois vosotros los que debéis decidir cómo hacer las cosas.

Si después de todos estos consejos, veis que vuestra relación se resiente, siempre podréis recurrir a la mediación. Es una forma voluntaria de resolver las tensiones o conflictos familiares con la intervención de una persona que ayuda a prevenir, disminuir o paliar los problemas que se han podido ocasionar. La mediación durante la maternidad es de suma importancia pues los hijos, a veces, provocan confrontaciones entre la pareja.

La maternidad comienza desde el momento en que se inicia el embarazo y dura toda la vida. Para las parejas que desean tener hijos, la adaptación a la nueva realidad suele costar menos. No ocurre lo mismo con las parejas que se enteran del embarazo “por sorpresa”. En cualquier caso, son tan bruscos los cambios que conlleva aumentar la familia, que la mediación durante la maternidad supone una gran ayuda.

Mediación

El momento en el que llegas a casa con tu bebé es una mezcla de sensaciones. La ilusión y la alegría se mezclan con las típicas preguntas: ¿y ahora qué? ¿seremos buenos padres? ¿lo haremos bien? Y muchas dudas más que te irán surgiendo conforme vayan pasando los días y tu bebé crezca.

Algunas dificultades con las que te puedes encontrar en este periodo es sobrellevar el cansancio y las horas sin dormir. Debes tener en cuenta y, más si das el pecho, que tus hormonas siguen haciendo de las suyas y que todavía el funcionamiento de tu organismo no ha vuelto a la normalidad, ni mucho menos. Es importante que tu pareja sea comprensiva y tenga esto en cuenta, pero también tú debes considerar que no tiene por qué pagar tus cambios de humor.  Apoyaros mutuamente y participar en todas las tareas que supone ejercer de padres es fundamental para evitar las discusiones.

Recuerda que, aunque la maternidad y paternidad hayan llegado a vuestras vidas, seguís siendo personas individuales que tenéis unas necesidades afectivas, independientes a los roles de ser mamá y papá. Aunque hasta que os acostumbréis a los horarios y a las nuevas rutinas sea necesario hacer un esfuerzo para conseguirlo, es importante que intentéis sacar ratos para los dos. Momentos en los que no habléis de vuestro bebé y sintáis que seguís siendo vosotros. 

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