Frases de madres
Es curioso como la forma de educar ha cambiado a lo largo de los años, pero aún seguimos escuchando (incluso diciendo nosotras mismas), frases típicas de madre que habremos oído millones de veces. La mayoría de ellas no tienen explicación científica y me encantaría saber quién fue la primera persona a la que se le pasó por la cabeza semejante ocurrencia o cuál fue la base para decir esa afirmación, pero, aún así, forman parte del léxico de las madres, aunque se hayan pasado más de 30 años desde que las escuchaste por primera vez. Tal vez las tengamos grabadas en la memoria y salen sin darse cuenta ¿quieres saber cuáles son? Seguro que a ti también te suenan de algo.
Pregúntale a tu padre (o pregúntale a tu madre)
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Un día cojo la puerta y me voy a ver cómo os las apañáis.
Y si tus amigos se tiran por un puente, ¿tú también?
Ni moto, ni mota.
¿Tú te crees que soy el Banco de España?
Como vaya yo, vas a llorar con motivo.
No te tragues el chicle que se te pegan las tripas.
Tómate rápido el zumo de naranja que se le van las vitaminas.
No tires el líquido del yogurt que ahí está todo lo bueno.
Si te enfadas, tienes dos problemas: enfadarte y desenfadarte.
Para salir de fiesta nunca estás cansado.
Pero, ¿qué te piensas? ¿Qué soy tu criada?
Come y calla.
Yo a tu edad…
Porque lo digo yo y punto, que para eso soy tu madre.
Puede que se hayan pasado más de 30 años desde que las escuchaste por primera vez y, probablemente, muchas de estas frases de madres no tengan ninguna lógica, pero resulta curioso como siguen transmitiéndose de generación en generación y cómo se las seguimos diciendo a nuestros hijos como si tuviéramos la certeza de que las vitaminas del zumo de naranja se escapan si no se lo beben inmediatamente.