Los bebés amamantados tienen menos probabilidades de ser obesos en la edad adulta
La mayoría de nosotros conocemos los innumerables beneficios de la lactancia materna, tanto para el bebé como para la madre, y ahora la Dra. Donna Geddes, de la Universidad de Australia Occidental, ha sacado a la luz una nueva investigación que explica el papel que desempeña la leche materna en la prevención de la obesidad infantil.
Según la nueva investigación, los bebés amamantados tienen menos probabilidades de ser obesos en etapas posteriores de su vida, tanto en la infancia como en la edad adulta.
Los nuevos hallazgos desvelados por Medela en el 14º Simposio Internacional sobre Lactancia y Amamantamiento, celebrado en Londres, dan pistas sobre el porqué de esta situación.
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En Australia, la obesidad se ha convertido en un problema de salud pública cada vez más importante, y está relacionada con numerosas enfermedades crónicas.
De hecho, 1 de cada 4 niños australianos de entre 2 y 17 años tiene sobrepeso.
Durante años, los investigadores han creído que el rápido crecimiento infantil es perjudicial en etapas posteriores de la vida, y que era el volumen de leche lo que contribuía a ese crecimiento. En otras palabras, más volumen, más crecimiento.
Mientras que investigaciones anteriores medían la obesidad de los bebés amamantados centrándose exclusivamente en la tasa de crecimiento del bebé, esta nueva investigación desmiente los mitos de la leche materna en relación con la composición corporal y la regulación del apetito de los lactantes.
Esto se debe a que los estudios anteriores sobre obesidad y composición corporal se realizaron con bebés que tomaban leche de fórmula, que carece de muchos de los componentes de la leche materna.
¡Los resultados están ahí!Las investigaciones demuestran que la combinación de los componentes que se encuentran en la leche materna garantiza que el bebé desarrolle la cantidad adecuada de grasa y músculo para cada bebé.
En pocas palabras, no es la talla en sí, ni el peso, lo que realmente afecta a la composición corporal de un bebé.
Esto se debe a las hormonas que controlan el apetito, la leptina y la adiponectina, que, aunque están presentes en algunas fórmulas infantiles, se encuentran en dosis mucho más bajas, por lo que no pueden adaptarse a la dieta individual del bebé o a su etapa de desarrollo.
Esto significa que las cualidades únicas de programación que se encuentran en la leche materna funcionan de forma diferente, adaptando cada toma a las necesidades del lactante y proporcionándole la cantidad adecuada de hormonas.
¿El resultado final? Los bebés que reciben leche materna en su dieta tienen menos probabilidades de desarrollar obesidad infantil.