A una madre de Texas se le denegó la baja por maternidad tras dar a luz a un bebé muerto
Elena Andrés, de 38 años, dice que no pensó que las cosas pudieran empeorar después de salir del hospital sin su bebé.
El 6 de mayo, a las 37 semanas de gestación y tras experimentar síntomas de intoxicación alimentaria, a Andrés le dijeron que su hija ya no tenía latido.
El 7 de mayo, tras una inducción y 15 horas de intenso trabajo de parto, Andrés dio a luz a una niña que nació muerta. El bebé pesó 2,5 kilos.
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Se llamaba Maxine.
Andres trabaja para el Ayuntamiento de Austin en el Departamento de Salud Pública de Austin. Al volver del hospital, Andrés dice que informó a su departamento de recursos humanos de que "cogería la baja por maternidad un poco antes" porque había perdido a su hija.
"Me dijeron: 'Oh, siento oírlo, pero ya no tienes derecho (al permiso)'", cuenta Andrés.
A Andrés le dijeron que la baja por maternidad no se aplica a las personas en su situación, sino que se utiliza para las personas que "dan a luz y cuidan a un recién nacido sano".
"Aunque el fallecimiento de un hijo no está cubierto por la FMLA, existen otras opciones de permiso disponibles en la ciudad, como el permiso acumulado, el permiso de emergencia y el banco de permisos de la ciudad al que contribuyen los empleados", dijo el portavoz. "Cuidamos y valoramos a los miembros de nuestro personal y buscamos continuamente formas de proporcionar el apoyo necesario y actualizaremos las políticas para hacerlo cuando esas necesidades se hagan evidentes. Nuestro Departamento de Recursos Humanos está desarrollando actualmente un programa de permisos para cuando un empleado pierde un hijo para su consideración y aprobación por parte de la dirección de la Ciudad."
Para poder tomarse ese tiempo libre, Andrés dice que agotó todas sus bajas por enfermedad y vacaciones y que recibió una cobertura por incapacidad a corto plazo de seis semanas adicionales con una nota de un médico.
Después de que The Texas Tribune, que informó por primera vez sobre la historia de Andrés, preguntara sobre la política de la ciudad, Andrés dice que Recursos Humanos le ofreció cuatro semanas más de tiempo libre remunerado.
Volvió al trabajo el 18 de julio.
"Nunca olvidaré la rabia que me producen las políticas municipales", dice Andrés. "Es tan innecesaria e increíblemente cruel.
'Fue algo inesperado'Andrés se emocionó al enterarse de que estaba embarazada.
"Tengo 38 años, así que no pensé que podría tener más hijos", dice. "Nos hacía mucha ilusión".
El embarazo de Andrés fue relativamente tranquilo: todas las ecografías fueron normales.
Entonces, poco después de su cita médica de la semana 37, Andrés y su marido enfermaron.
Los médicos vigilaron al bebé mientras Andrés era tratado por deshidratación. Cuando le aseguraron que su bebé estaba bien, la enviaron a casa. Al día siguiente, Andrés se sentía mejor, pero ya no notaba los movimientos del bebé. Volvió a llamar a su médico, que le dijo que volviera a urgencias.
"Cuando llegamos, las enfermeras nos tomaron las constantes vitales y no encontraron ningún latido", explica. "Llamaron al médico y, de nuevo, no había latido.
"Y eso fue todo", añade. "Fue algo inesperado".
Tras dar a luz, Andrés dice que pudo coger a su niña en brazos durante unos instantes.
"Las enfermeras que nos atendieron fueron muy amables", dice sollozando. "La limpiaron, la envolvieron y le pusieron un gorrito. Le hicieron fotos. Nos trajeron una caja de recuerdos antes de irnos con un recorte de su pelo... una de las enfermeras hizo pulseritas con su nombre".
'Fue una gran patada en la cara'Andrés dice que su experiencia posparto fue insoportable.
"No pude caminar con normalidad durante una semana", cuenta. "El dolor pélvico me impedía dormir. Tuve las hemorragias normales que se producen después de un embarazo durante dos meses seguidos.
"La subida de la leche fue horrible", añade llorando. "Tuve que ponerme col y hielo (en los pechos) para aliviar la hinchazón. Fue horrible, un recordatorio constante de lo que había pasado. El cuerpo no vuelve a la normalidad".
Andrés también tenía que ocuparse de su hijo de 2 años, Adrián.
"Estaba destrozado. Perdí 18 kilos. Me costaba salir de la cama. No paraba de llorar, pero la vida no se detiene: tengo un niño pequeño", dice. "Le quiero mucho, así que a veces hacía las cosas más fáciles, pero un niño de 2 años va a hacer que todo sea también mucho más difícil".
Andres recuerda el momento en que tuvo que decirle a su hijo que su hermana no volvería a casa.
"Le hacía ilusión ayudar con el bebé", dice. "Cuando llegamos a casa nos preguntó: '¿Dónde está el bebé? Tuvimos que decirle: 'Lo siento, el bebé no puede venir a casa. El bebé se ha ido'".
El difícil periodo posparto de Andrés empeoró, dice, al denegársele el permiso de maternidad y tener que juntar a duras penas días pagados de baja laboral.
"Piensas en cómo vas a levantarte y dar de comer a tu otro hijo y en cómo no vas a meterte en un atasco", dice, "pero también tuve que pensar en si voy a codificar mi hoja de horas para las próximas seis semanas y seguir cobrando".