La radical interpretación del embarazo de Rihanna
Llevábamos casi diez minutos del popurrí del descanso de la Super Bowl de Rihanna cuando mi marido preguntó: "¿Está embarazada?". En ese momento, la pregunta estaba en todo Internet, aunque la respuesta no estaba clara de inmediato. Para ser una revelación de embarazo, la actuación fue notablemente ambigua.
Rihanna, que dio a luz a su primer hijo el pasado mes de mayo, ya ha demostrado que le importan poco las convenciones típicas del embarazo. El domingo por la noche se estrenó con una versión de "Bitch Better Have My Money" suspendida sobre el estadio y vestida de rojo de pies a cabeza. El look, que incluía una pechera de cuero de Loewe y un mono con cremallera que dejaba ver una sutil barriga, distaba mucho de las siluetas tradicionales de la maternidad, que siguen tendiendo a ser vaporosas y femeninas. A la ambigüedad se sumó el hecho de que Rihanna "se negara a hacer manitas con la barriguita", que, como ha observado Kathryn Jezer-Morton, se ha convertido en la forma preferida de las influencers y las famosas para señalar que las fluctuaciones corporales son realmente un embarazo.
La actuación terminó con "Diamonds", dando a Rihanna la oportunidad de frotarse despreocupadamente la barriga con la letra "when you hold me, I'm alive". Pero incluso ahora que sus representantes han confirmado que está embarazada, la imagen más impactante de la noche no fue la de su cuerpo, sino un primer plano de su rostro. En el momento previo al comienzo del espectáculo, Rihanna miró directamente a la cámara. Su mirada es coqueta y un poco irreverente. Pero, sobre todo, parece segura de sí misma y en control de la situación.
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- NFL (@NFL) 13 de febrero de 2023
No puedo dejar de pensar en su confianza. Al igual que en su anterior embarazo, en el que lució al máximo su barriga, su actuación en la Super Bowl volvió a poner su cuerpo maternal en el punto de mira. La crítica de moda del New York Times Vanessa Friedman predice que su atuendo "probablemente marcará las tendencias de maternidad de la próxima década". Pero más que los detalles de lo que lleva puesto, me llama la atención que Rihanna presente su cuerpo de embarazada como una fuente de poder, algo que hay que celebrar y exaltar.
Es una actitud que admiro, aunque, embarazada por segunda vez, la encuentro fuera de mi alcance más a menudo de lo que me gusta admitir. Aunque reconozco que mi cuerpo está haciendo algo increíble, mis sentimientos cotidianos sobre el embarazo suelen acercarse más a la vergüenza y la timidez. La perspectiva de ir a la oficina o a una fiesta me inspira sobre todo temor por las especulaciones que pueda suscitar sobre mi aspecto cambiante. Me considero afortunada por poder trabajar a distancia, aunque habría preferido pasar la mayor parte del primer trimestre en cama, de baja por enfermedad.
Una parte fundamental del atractivo de Rihanna siempre ha sido que hace las cosas a su manera, como convertir el acontecimiento televisivo más visto del año en una revelación de su embarazo. Flotando sobre la multitud, su despreocupación parecía plantear la pregunta: ¿Por qué no iba a actuar en el mayor escenario del mundo estando embarazada? Al mismo tiempo, resulta reduccionista calificar su actuación de anuncio de embarazo o incluso de celebración de la fertilidad. También fue Rihanna siendo Rihanna. Y esa es la imagen que se quedará conmigo: el poder de una mujer en control.